
«La práctica de la meditación puede ayudar a la paz y felicidad del mundo. Nadie es tan pecador para no poder practicar meditación, ni está demasiado errado como para no poder meditar. Fuerza de voluntad es lo único que necesitas para comenzar a meditar, y una firme resolución para continuar. Uno nunca debe subestimar lo que nuestro compromiso sincero con nuestra práctica puede hacer por este mundo.»
Ven. Samu Sunim

¿Por qué aprender a meditar?
La meditación está en el corazón del Budismo y del camino hacia la libertad e iluminación. El espíritu prevaleciente en las enseñanzas Budistas y la práctica meditativa se basa en la auto ayuda, sin importar cual sea nuestra circunstancia personal. El Budismo enseña que los seres comunes y corrientes son Budas–es decir, Budas potenciales. Sin embargo, la falta de confianza en nosotros mismos hace que cedamos esa confianza y fuerza de voluntad a agentes externos. La práctica de la meditación nos confronta con ésta falta de confianza y fuerza de voluntad desde el primer momento. Cualquier practicante sincero de meditación Budista se pronto se dará cuenta que no es posible sentarse en meditación por mucho tiempo sin antes aceptar nuestra vida y el mundo tal como son; la meditación es una experiencia de renovación de la vida y de aceptación del mundo. Los practicantes de meditación deben seguir tres simples lineamientos: simplicidad, claridad y fuerza espiritual.

Beneficios de la Meditación
- Aprendes a estar en paz contigo mismo y desarrollar una actitud espiritual en tu vida. En la sociedad de consumo del mundo moderno, las personas sufren de un excesivo materialismo y una falta de valores espirituales, lo que resulta en continua insatisfacción y falta de paz mental. Tener paz mental es el elemento más importante para tener una vida plena y feliz. La manera más sencilla y sana de cultivar paz mental es aprender a sentarse en silencio, dejando ir todo pensamiento de preocupación mediante el cultivo de una mente serena y la práctica de “dejar ir”. Al mismo tiempo, es importante abrazar valores espirituales como la gratitud y el sentido de reverencia.
- Aprender a enfocar tu mente y disfrutar del momento presente. La sociedad moderna es compleja, fragmentada y llena de distracciones. Existe una falta de propósito generalizada e integridad moral en la vida de las personas. Muchos experimentan una profunda infelicidad y falta de esperanza en sus vidas. Existen dos maneras en que puedes ayudarte a tí mismo. La primera es desarrollar tu conciencia plena: para ello debes ser totalmente consciente de tí mismo y de tu vida mediante la práctica de la continua atención en tu vida cotidiana. La otra es la práctica de la concentración: lo cual requiere que dejes de correr detrás de cada distracción y empieces a hacerte cargo de tu vida y contribuir a construir un mundo mejor. Entre más pronto te des cuenta de la importancia de esto en tu vida, mejor. Sólo mediante nuestra atención plena y una mente enfocada es que puedes hacerte cargo del momento presente, que es el tesoro más preciado de tu vida, y que contiene tanto tu pasado como tu presente.
- Aprender a cultivar un estilo de vida correcto y un corazón compasivo, entendiendo la importancia de ser responsable por tus acciones. Ajimsa o no-violencia es el primer precepto Budista. El practicante de Budismo empieza con el compromiso de llevar una vida no violenta, sin lastimar a los demás, desperdiciar recursos o contaminar el medio ambiente. Esto empieza por tu compromiso de cultivar la atención plena en el día a día. Aprenderás a hacerte cargo de todas las situaciones que se te presenten con gran cuidado. Cultivar una vida totalmente inmersa en cada momento es el propósito mismo de nuestra práctica espiritual y no un medio para un lograr otro fin. Por lo tanto, cada tarea que realizas se convierte en una oportunidad para despertar y llenar tu vida de plenitud. El camino Budista, en resumen, no es otra cosa que una vida de amor compasivo y un continuo despertar en la vida cotidiana.